domingo, 8 de agosto de 2010

ENTREVISTA A OMAR ARGAÑARAZ

Nota publicada en Diario

"Tomar una fotografía y no mostrarla es como hacer una poesía y guardarla en un cajón"

La fotografía revolucionó merced de la tecnología digital. Atrás quedaron los rollos de películas y los cuartos oscuros que servían de laboratorios en los que, hasta no hace mucho tiempo, se revelaba e imprimía un trabajo fotográfico. Era una actividad costosa y que muy pocos tenían la posibilidad de practicar. Ahora las cosas cambiaron. El laboratorio es la computadora y una cámara fotográfica, una herramienta de fácil uso y con múltiples funciones. Estos elementos hicieron de la fotografía una actividad más económica y, en consecuencia, accesible a un amplio sector de la sociedad.

El distinguido fotógrafo de la Federación Argentina de Fotografía, Omar Argañaraz, socio fundador del Foto Club Concepción, habla de la "masificación de la fotografía". Sin embargo, advierte que, pese a ese fenómeno, la labor de un artista fotógrafo siempre será particular. "El arte refleja la capacidad de expresión de una persona" dice. "Y una fotografía debe conjugar la creatividad y el talento del fotógrafo para transmitir un mensaje", agrega. Asegura que la fotografía, por medio de la digitalización, perdió el valor testimonial que tenía la de laboratorio. "Antes hasta se la usaba como prueba en Tribunales, pero ahora no, porque, por el Photoshop, una foto es modificable" dijo.-

¿Cómo observa las transformaciones que se produjeron en la fotografía?

- La computadora es ahora el laboratorio. Con el programa Photoshop ya se puede mejorar la fotografía, sacar los elementos que se advierten de más en una toma, o también se pueden agregar y modificar la luminosidad o el color. Es una gran ventaja. Antes era mucho más difícil trabajar un material. Teníamos un laboratorio en un cuarto oscuro y ahí se tenían que hacer las cosas. Nos costaba bastante mejorar una fotografía. Además, era más costosa. Nosotros, para sacar 600 tomas, necesitábamos llevar un bolso para cargar todos los rollos. Hoy en día, con un diskette pequeño se tiene para sacar cualquier cantidad de fotografías. Lo bueno también es que es mucho más barato que antes.

- ¿Esto permitió masificar la fotografía?

- Sí, por supuesto. Pero hay que saber sacar fotografía. Hay que empezar por conocer la máquina que, aunque no es tan compleja, tiene muchas funciones, modos de hacer y de sacar tomas. Todo está especificado, ya sea para sacar paisajes o retratos. En mis tiempos era más complicado. De todos modos, las cámaras digitales también tienen el modo manual de trabajar y se puede elegir la velocidad o el tiempo de exposición, como se hacía antes.

- Pero siempre una buena foto va a requerir de un artista...

- Fíjese que las digitales tienen, entre los modos de trabajar, el automático. Es especial para la gente que viaja. Nosotros no usamos el automático. Aunque saca bien la fotografía, no deja de ser para la gente que no sabe sacar. Con los otros modos se puede lograr más calidad. Nosotros cuidamos mucho la composición. Para que una foto sea artística tiene que participar el talento de la persona, la creatividad.

- ¿Cómo se diferencia la foto artística de las otras?

- Siempre tiene que tener un sentido, un mensaje. Y para ello hay que saber relacionar los elementos. Que se comprenda qué es lo que quiere expresar el artista. Eso es importante. A la foto hay que mostrarla, compartirla con los demás. Hay mucha gente que sabe interpretar una foto. Se da cuenta si está bien o mal lograda.

- ¿La fotografía va de la mano con la pintura?

- Tiene los mismos principios de la pintura, y son paralelas sobre todo en la composición. Un plástico decía en un libro que para la parte de la composición de una obra hay que consultar a un buen fotógrafo. Es que nosotros nos dedicamos más a la composición, pero los principios los tomamos de ellos. Hay fotografías que se asemejan a una pintura gracias a las herramientas con las que se cuenta ahora.

- Con la llegada del color la fotografía también tomó un impulso importante...

- Se generalizó más porque el hombre ve las cosas en color y, entonces, está más de acuerdo con lo que ve en el papel, a pesar de que el blanco y negro es artísticamente mejor. Hay gente que extraña el blanco y negro porque, insisto, es más artístico. Yo tengo varias fotos que tienen 30 o 40 años y están impecables. Haciendo bien el laboratorio duran el tiempo que uno quiere. Cuando se echan a perder es porque están mal reveladas. En el color hay muchos errores de integración de las gamas, pero gusta porque así se ve la naturaleza.

- El Foto Club Concepción tiene un rol importante en la formación del fotógrafo.

- Nuestra institución tiene un prestigio ya ganado. En Buenos Aires nos valoran mucho. Es la única en el norte del país. Después hay que ir a Córdoba o a Rosario, en el interior. En la capital tucumana no hay una organización como la nuestra, a pesar de que tiene varios elementos buenos y la Universidad cuenta con una escuela de fotografía.

- ¿Por qué siempre se dijo que es una entidad cerrada?

- No es que sea cerrada. El Foto Club es para un determinado grupo de gente. Es para la que quiere hacer fotografía o que ama ese arte. Después no puede ir otro cualquiera a no hacer nada. No va a poder dar ni recibir nada. Lo mismo sucede con otras asociaciones con actividades específicas. Puede ir el que quiera, pero le tiene que gustar para integrarse.

- ¿Como empezó usted con la fotografía?

- Siempre llevé algo adentro, porque mi padre ya hacía fotografía en los años 30 y en un lugar en donde no había energía eléctrica. Después, en el año 1961, Cándido Sáez, a quien le decíamos "El Negro", me dijo que quería hacer un foto club con un grupo de amigos, para dedicarnos a esa actividad. Entonces, ahí comencé, luego de comprarme mi primera cámara por recomendación de Sáez. No sabía nada de laboratorio. El que me enseñó sobre fotografía blanco y negro fue el profesor Emilio Carrier. Así me entusiasmé y sigo trabajando hasta hoy. Soy el único que quedó de los fundadores, integrando todos los años la comisión directiva.

- ¿Qué valor tiene la fotografía como elemento testimonial de la historia?

- Es sumamente importante. Pero, a partir de la fotografía digital, donde uno transforma las cosas, ha perdido ya el valor testimonial que tenía antes. Incluso se la usaba como prueba en Tribunales. Hoy en día no se puede porque se hizo modificable; a una persona se le puede sacar la cabeza y ponerle la de otra. Insisto: perdió el valor testimonial. Es el grave problema.

- De todos modos, son vitales en los medios gráficos.

- Es verdad, se ha generalizado tanto la imagen que hoy se la utiliza muchísimo, sobre todo en diarios y ediciones de libros. La imagen va complementando lo que se escribe. Si uno toma un diario de 1910, todo era escritura. Hoy se atrae el lector por medio de la imagen. La fotografía informa, habla. Es complementaria de la palabra. Si uno abre un libro de poesía y está ilustrado le ayuda enormemente. Tengo un libro de poemas ilustrados con fotografías.

- ¿Cómo observa a la nueva generación de fotógrafos?

- Hay gente entusiasmada, joven e inteligente. Pero tienen que ser perseverantes y no aves de paso. El del actual Foto Club es un grupo homogéneo, interesante. Están en vías de superarse. Nuestra institución va a cosechar muchos lauros mientras permanezca ese entusiasmo de hacer bien las cosas y compartirlas. No vale la pena hacer una fotografía y no mostrarla. Es como una poesía guardada en un cajón.

Perfil:

Omar Lisandro Argañaraz, tiene 84 años. Es miembro de la Federación Argentina de Fotografía y socio fundador del Foto Club Concepción. Recibió más de 100 premios en salones internacionales, de Buenos Aires y de otras provincias. Es docente jubilado y fue vicerrector de la Escuela de Comercio "República de Panamá". P/D Cabe agregar que Omar Lisandro Argañaraz, nació el 18 de Mayo de 1925 en Amana, dpto. Ancasti, Catamarca y fue distinguido en 1996 como Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Concepción de Tucumán.


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